Por Daniel Godoy, Director del IDEPSALUD ATEARGENTINA y Coordinador del IEF de la CTA AUTONOMA Julio de 2022

Es evidente el alto voltaje político que nos inunda estos días, producto de novedades de todo tipo que han calentado el escenario institucional, político y social.

La salida de Martín Guzmán y la llegada de Silvina Batakis en el Ministerio de Economía hace pocos días, parecía indicar un punto de inflexión en el dilema del gobierno, que se debate entre seguir los compromisos de metas de ajuste contraídos con el FMI a raíz de la ilegal e ilegítima deuda heredada del gobierno de Macri y sus socios fugadores, o decidirse a impulsar medidas y políticas distributivas que mejoren las condiciones de vida de la mayoría de las argentinas y argentinos.

La comunicación de las medidas de la nueva Ministra parecieran no alterar el rumbo anterior del gobierno y, lejos de llevar alivio, aceleraron el creciente proceso de empobrecimiento de las y los trabajadores asalariados y de la economía popular. Se “honran” los compromisos con los acreedores externos a expensas de un traspaso severo de recursos que se desalojan de las políticas públicas vinculadas con la producción, el trabajo y los derechos sociales.

En estos términos, “metas fiscales” es un aforismo sinónimo de escuelas sin estufas, hospitales sin medicamentos, jubilados que no llegan ni a mitad de mes, menos planes sociales para atenuar la falta de trabajo genuino, mas pibas y pibes pidiendo en la calle. Los sectores de la acumulación y la especulación cargan la barra de potencia para poner de rodillas al gobierno, no sólo con las herramientas de la coerción financiera, sino con una alocada carrera de remarcación de precios de los productos esenciales para la vida cotidiana.

Han sido y son nuestras Organizaciones sociales, barriales, territoriales, el salvavida que contiene la grave crisis que estamos soportando. Miles y miles de trabajadoras y trabajadores anónimos e informales le ponen el pecho a la alfabetización, la alimentación y el cuidado de lxs más vulneradxs.

En este marco, no es de nuestro asombro como trabajadorxs de la Salud ver las esquirlas de este proceso de asimetría, en forma de un deterioro severo de las condiciones integrales de salud de nuestro pueblo. Aumento ostensible de las consultas y las situaciones vinculadas a enfermedades de la pobreza en nuestros hospitales y Salas de atención, son atendidos por trabajadorxs también afectados en el rendimiento de sus salarios y condiciones de trabajo.

El precio irracional de los medicamentos aumentando más incluso que la propia inflación, está generando una preocupante tasa de abandono de tratamientos de enfermedades crónicas prevalentes como hipertensión arterial, problemas del corazón, hipotiroidoismo, trastornos del colesterol y los lípidos, anticonceptivos, etc. En lugar de promover y potenciar la Red Laboratorios de Producción Pública de Medicamentos, se lo pretende resolver con un “acuerdo” con los formadores de precios, en versión similar al ensayado a fines del año pasado y que demostró que “la industria nunca pierde” (ver informe en www.idepsalud.org/observatoriode-medicamentos-como-bien-social).

Los que creemos en Carrillo sabemos que el pan y el trabajo curan más que los antibióticos. El clamor por un Salario Básico Universal ya no es un reclamo sectorial. Es una necesidad perentoria para poner comida saludable en las mesas, abrigo en las pibas y pibes, capacidad de subsistencia digna, y mejores niveles de salud para nuestro pueblo. El gobierno no tiene que seguir despilfarrando la esperanza del pueblo argentino y poner en riesgo la feliz clausura de los tiempos en que gobernaban los fanáticos del neoliberalismo acérrimo.

 

 

 

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