A un año de su partida, el Instituto de Estudios y Formación (IEF-CTAA) recordó al sociólogo, ensayista y docente, Horacio González.

Recordamos a Horacio González como un intelectual generoso, con ideas firmes, pero no rígidas, con convicciones propias, pero con una especial capacidad de escucha, audaz y empático.

Como espacio de formación de la CTAA, nos toca reconocer y agradecer el modo en que Horacio se relacionó con el sindicalismo, con cada sindicato que visitó para ofrecer sus reflexiones tanto como su curiosidad.

Y cuando dirigió la Biblioteca Nacional, nada menos que en un espacio valorado por toda la cultura y especialmente por las y los trabajadores de ATE Estado, llevó esa disposición a su máxima expresión.

No solo propició condiciones democráticas para cada discusión o incluso aceptó con altura las tensiones inevitables, sino que hizo de la dinámica de esa relación una forma de gestionar.

Valoramos especialmente la insistencia ética de este verdadero intelectual popular, porque no subestimó nunca a sus interlocutores y, acercándose a todos los actores, no renunció a la complejidad de los problemas y los fenómenos que lo interesaron, especialmente, cuando se trató del “drama nacional”. Porque nunca puso el cálculo político por sobre la apuesta democrática, el nombre de Horacio González permanece como inspiración a la hora de problematizar nuestras propias prácticas, para transformar las relaciones opresivas y muchas veces mezquinas que descansan en los recodos de la vida institucional y laboral de nuestro querido país. 

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