Por Julián Aguirre, integrante de la Secretaria de Relaciones Internacionales de la CTA Autónoma. El ingreso de Argentina al bloque de los BRICS forma parte de uno de los eventos de política internacional más importantes del año, y sin duda se trata de un hito para la política exterior de nuestro país.

Los BRICS son un bloque financiero y comercial que remonta sus orígenes al año 2006, diplomáticos de Brasil, Rusia, India y China (BRIC) comenzaron a poner en común posiciones para promover los intereses de estas potencias emergentes. Luego, en 2009 celebraron su primera cumbre de jefes de Estado, constituyente formalmente al grupo. Sudáfrica se incorporó un año después, dando lugar a la sigla que conocemos hoy. Este espacio abarca las cinco economías emergentes del planeta a principios de los 2000 y busca proyectarse como una alternativa al poder económico global de Occidente. Juntos, estos 5 Estados reúnen a más del 40% de la población del planeta, representan más del 26% del PBI mundial y un 20% de los intercambios comerciales globales que se producen entre estos países. Se trata de importantes actores en sectores productivos y de innovaciones industriales, científicas, energéticas, además de ser sociedades enormemente influyentes no solo en la economía global, sino también  en la cultura, educación y pensamiento de la sociedad humana contemporánea.

Han establecido importantes mecanismos financieros como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas Contingentes, con lo cual se presentan como una importante alternativa de financiamiento a las instituciones multilaterales tradicionales, como el FMI y el BM. Se han pronunciado a favor de seguir una estrategia de des-dolarización de la economía global, ya puesta en marcha con acuerdos de intercambio en moneda soberana entre sí.

La cumbre anual de jefes de Estado de los BRICS se reúne desde 2009. En ella, se debaten los principales asuntos del grupo y su agenda internacional. A la Cumbre de agosto, celebrada en Johannesburgo, Sudáfrica, asistieron además representantes y  líderes de 67 países. Fue allí que se confirmó la mayor ampliación del bloque desde su fundación, con el ingreso de Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán.

Cabe recalcar que el bloque BRICS no es una alianza con compromisos políticos y de defensa rígidos como la OTAN o con instituciones de gobernanza y coordinación más desarrollada como la UE o MERCOSUR. El espacio sin duda deberá adecuarse al ingreso de tantos miembros, pero puede servir para facilitar los intercambios y movimientos financieros con socios tradicionales de nuestro país y explorar nuevas formas de relacionarse con los demás países. No representa una ruptura con las relaciones con otros bloques, aún si nadie va a negar las rivalidades acentuadas que existen hoy en día entre los gobiernos de Beijing, Washington, Moscú y Bruselas.

Argentina cuenta con más ventanas de oportunidad en su relación con estos países que con los Estados Unidos, economía con la cual hay menos complementariedades y hasta compite con algunos sectores de peso en nuestro país, como la industria agroalimentaria, la tecnología satelital, la exportación de energía a partir de hidrocarburos y nuclear. Pese al ataque que este anuncio recibió por candidatos de la derecha argentina, no ha sido la ideología sino relaciones de confianza asentada en el intercambio económico y las oportunidades financieras lo que han motivado este suceso. Sirve también para desterrar el mito, alentado por algunos sectores de la política y medios de comunicación, de que nuestro país se encuentra aislado del mundo.

Para Argentina puede ser una oportunidad para afianzar la integración económica con Brasil, principal socio regional, y con China, principal socio comercial mundial. India es otro importante destino de exportaciones, sobre todo de mercados regionales como los del aceite vegetal. Estamos hablando de países que hoy lideran varios sectores de industria pesada, manufacturas y bienes domésticos, electrónica, telecomunicaciones, tecnologías emergentes, energías alternativas, tecnologías espaciales, entre otros.

También puede volverse una importante fuente de crédito y financiamiento, en términos más favorables, o al menos con menos condicionamientos en materia diplomática y de políticas fiscales y monetarias como los préstamos y paquetes de asistencia provenientes de organismos como el FMI, el BM, la USAID o el BID.

La ampliación de los BRICS representa un evento de peso en la política global de nuestros días. El bloque contiene a potencias que hoy buscan promover reformas en la arquitectura financiera y de gobernanza global, y cuestionan las asimetrías en los organismos internacionales de crédito. Pero igualmente importante es tomar nota de los nuevos integrantes. En el contexto actual de acentuación de la competencia entre grandes potencias, de crisis sanitaria, climática y social, de tecnologías emergentes y transiciones en los campos de la energía, la producción y la comunicación, estos países representan algunos de los sectores más dinámicos en la promoción de los procesos que guiarán el siglo XXI. También se resalta la importancia que irán cobrando las potencias intermedias o medianas. Aquellos países que quizá no posean vastas y poderosas fuerzas armadas, índices de bienestar y de estabilidad económica y política elevados, o influencia a nivel global; pero que guardan una importancia particular por razones demográficas, comerciales, de recursos naturales, culturales, entre otras. Países como México, Turquía, Indonesia, Nigeria, Argelia, Arabia Saudita, Irán, Israel, Corea del Sur, Sudáfrica, Etiopía, Egipto, entre otros.

Nuestro país posee las condiciones y el potencial para, superando las dificultades actuales, inscribirse como un actor de peso a nivel internacional, y contribuir a los cambios del orden internacional actual.

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