Enrique Dussel

Su vida

Enrique Dussel nació un 24 de diciembre de 1934 en un pueblo perdido en Mendoza. “La Paz era un pueblito pequeño, de cinco mil habitantes, con calles de tierra, con olor a viñas, vino, frutas. El clima era muy duro. Las temperaturas llegaban a cuarenta grados en verano y bajo cero en invierno. Y, sin embargo, tuve una infancia totalmente feliz, en contacto con el pueblo, con la gente más simple. También había muchos indígenas, pueblos originarios”[1].

A una corta edad, se mudó a la Ciudad de Buenos Aires y después a la capital de Mendoza. Por sorprendente que parezca fue allí, con tan solo ocho años, que empezó su primera militancia a través de la acción católica. “Como niño me sentía responsable de grupos, tenía que hacer reuniones semanales, hacer actas de las reuniones, debía exponer temas en las mismas”.

En 1953 ingresó a estudiar filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. En esos años se formó como un intelectual clásico, estudió latín y griego. Este ámbito de su vida se conjugó con su experiencia como militante y dirigente estudiantil. No solo fue presidente de la facultad, sino que además encabezó la toma de la institución en momentos de efervescencia militante durante el gobierno de Perón. Ni bien terminó la carrera en 1957 tomó un barco con rumbo a Europa.

En la España franquista continuó sus estudios y obtuvo su doctorado dos años más adelante. Su inquietud por conocer el mudo y las posibilidades que le ofrecieron sus estudios lo llevaron a viajar. Con una mochila al hombro viajó desde Europa pasando por el Medio Oriente hasta llegar a Grecia.

Obtuvo su doctorado en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid (1959), para luego culminar estudios sobre religión en el Instituto Católico de París (1965). Consiguió su segundo doctorado, en historia, por la Universidad de La Sorbona (1967). Para este último, Dussel se dedicó a estudiar la defensa de los indios en el siglo XVI por parte de los obispos en América. De fondo, el objetivo era completar una historia latinoamericana que había sido omitida.

Entre 1965 y 1967 fue investigador becado por el Institut für Europäische Geschichte, de la Universidad de Maguncia, por lo que viajó en varias oportunidades a Alemania. Allí conoció a quien sería su compañera y esposa por el resto de su vida: Johanna Peters. Para el año 1967 Enrique tenía una vida formada, ya habían nacido sus dos primeros hijos Enrique y Susana, y decidió con Johanna volver a la Patria chica.

En 1967, ya publicado su primer libro, Hipótesis para una historia de la Iglesia en América Latina, se instaló con su familia en Resistencia. Al año siguiente se mudó a Mendoza donde, entre 1968 y 1975, dictó clases de ética en la Universidad Nacional de Cuyo. Entre 1967 y 1973, fue docente en el Instituto Pastoral de América Latina (IPLA) de Quito, Ecuador, que dependía de la Conferencia Episcopal para América Latina (CELAM). A partir de los contactos realizados en esa institución, recorrió distintos puntos de América Latina impartiendo clases. De este modo, impulsó el surgimiento en la región de la teología de la opción por los pobres.

A fines de los años ‘60, Enrique Dussel, junto con otros pensadores y filósofos nacionales le dieron forma a la “filosofía de la liberación”. Con otros materiales de sus estudios doctorales y de su nueva experiencia docente y de investigación, redactó su trilogía de antropología filosófica[2]. En simultáneo fueron apareciendo otros libros con una clara orientación hacia la ética[3].

El asfixiamiento de las condiciones democráticas después entrados los años ‘70 tuvieron una fuerte repercusión en la vida de nuestro protagonista. Los filósofos de la liberación fueron perseguidos y tuvieron que exiliarse. El 2 octubre de 1974 estalló una bomba en la casa de Enrique Dussel. El acto fue cometido por el “Comando Rucci”, y la causa señalada fue “envenenar la mente de los jóvenes con la doctrina marxista”. Cabe destacar que a partir del ascenso de la figura de López Rega en 1974, el peronismo empezó a ser purificado “desde dentro” con el fin de eliminar a todos los elementos “infiltrados” en el movimiento nacional que atentaban contra el verdadero justicialismo.

A partir de su exilio, se consolidó como un intelectual de referencia y prestigio en México. Empezó trabajando en la recién fundada Universidad Autónoma Metropolitana, en donde además publicó su célebre libro Filosofía de la liberación.

Las tesis fundamentales de su obra en función del horizonte liberacionista fueron escritas en México, mientras trabajaba como docente en la unidad Azcapotzalco de la recién inaugurada Universidad Autónoma Metropolitana. Allí fungió, desde inicios de 1976, como coordinador de un Seminario Permanente de la Comisión de Investigación de la División de Ciencias y Artes para el Diseño.

En los años ‘80 se dedicó a la ardua tarea de la lectura y estudio de la obra de Karl Marx. Este trabajo lo emprendió durante más de diez años, desde su cátedra y con sus alumnos, en una titánica tarea de lectura de los originales manuscritos del filósofo oriundo de Tréveris. Comenzó por sus escritos de juventud para luego ocuparse del Marx maduro. No contento con un análisis vasto del El capital (1866-1867), encaró una estrategia de lectura genealógica que supo dar cuenta de la reelaboración que sufrió esa obra magna al ser redactada en cuatro partes. Encontró ahí la veta en que inscribió sus mayores descubrimientos, y que fueron difundidos en su trilogía: La producción teórica de Marx (1985), Hacia un Marx desconocido (1988), y El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana (1990). La trilogía luego se volvió tetralogía puesto que, sin descuidar el rastreo de las cuestiones simbólico-religiosas en Marx, fue extractando todos aquellos pasajes en que esa dimensión analítica o política aparecía, y preparó una obra original a nivel mundial: Las metáforas teológicas de Marx (1993).

En el marco del surgimiento de nuevas ideas en el Norte Global (cómo el posmodernismo), reescribió su ética. Así pues, en 1998 fue publicada la Ética de la Liberación en la edad de la Globalización y de la Exclusión, en donde se brindan los elementos para discutir con otras éticas, neoliberales o cínicas, formalistas, particularistas o socialdemócratas. Es el resultado de polémicas previas, como las que dio con las filosofías posmodernas, y que le sirvieron para ir construyendo su idea sobre la transmodernidad y para hacer aún más meticulosa su visión histórico-crítica de la modernidad.

La última fase de su vida, se dedicó a estudiar y poner en discusión a “la política”. Era momento de que sus grandes esfuerzos teóricos se pudiesen materializar y entrasen en disputa con las viejas ideologías. Pero… ¿A qué política quería apuntar? Para él, la política debía brindar elementos teóricos a los políticos para ser mejores y actuar en favor del oprimido.

“Ya no se trata de criticar al Estado, es necesario definir cuál es el Estado nuevo que debemos crear. Para los anarquistas no hay Estado posible. Yo creo que se equivocan: el Estado puede ser un instrumento positivo, pero para eso es necesario re-crear el Estado liberal tradicional”.

Sin embargo, el acercamiento de Enrique Dussel a estas cuestiones no se dio, únicamente, a través de aportes teóricos y abstracciones. De hecho, si ponemos atención a su vastísimo aporte escrito, nos podemos percatar de que la totalidad de su obra está orientada a pensar una política militante. Es por esto que, en el año 2018 decidió acompañar la candidatura de Andrés Manuel Lopez Obrador para la presidencia de México.

Su compromiso lo llevó a ser elegido como secretario de formación de MORENA (Movimiento por la Renovación Nacional). En sus palabras, “el partido debe ser una escuela de política y no una maquinaria electoral”. Bajo esta consigna fue partícipe activo en el trazado de importantes reformas en los programas educativos en colegios primarios y secundarios, siempre apuntando a la exaltación y elaboración de la necesidad de que en las escuelas de Latinoamérica se enseñe la historia y la naturaleza del propio continente.

 

[1] Caminante no hay camino… un autorretrato documental. Una película de Sergio García Agundis por producciones Kino. México. 2015.

[2] El humanismo semita. Estructuras intencionales radicales del pueblo de Israel y otros semitas. (1969), Eudeba; El dualismo en la antropología de la cristiandad. Desde los orígenes hasta antes de la conquista de América (1974); Guadalupe; y El humanismo helénico (1975), Eudeba.

[3] Para una destrucción de la historia de la ética I (1972), Ser y Tiempo; Para una ética de la liberación latinoamericana I (1973), Siglo XXI; y Para una ética de la liberación latinoamericana II (1974), Siglo XXI.

Galería fotográfica

 

Muchas de las fotografías fueron recogidas de la Galería Enrique Dussel en Imágenes.
Se adjunta el link: https://enriquedussel.com/galeria-2/

Su obra